CREAR ESPACIOS RESPETUOSOS AL HOGAR

Para poder crear estos espacios respetuosos que contribuyan al desarrollo de estas habilidades y creencias, la Disciplina positiva identifica estos pilares básicos que debemos seguir:

  • Conexión antes de corrección

La base de todos los demás aspectos de la educación es la conexión entre el niño o la niña y el educador o educadora referente. Es lo que muchos autores denominan apego seguro

Alfred Adler lo llamó “La necesidad de un sentido de pertenencia”. 

Así, en su teoría de la Psicología individual, afirma que todas las personas nacemos con algunas motivaciones o necesidades fundamentales que buscamos constantemente cubrir. La necesidad de pertenencia sería una de las más importantes y para que esto suceda, el niño necesita sentirse conectado con los demás. 

Según sus teorías, la conexión se produce cuando los adultos nos ponemos al nivel de los menores, somos empáticos con su perspectiva y sentimientos, tocamos y hablamos con amabilidad y respeto, comunicamos e invitamos a la seguridad y al cariño y demostramos confianza en la capacidad del niño o adolescente para aprender y crecer.

 

  • Contribución

Adler señaló también la importancia del interés social (altruismo), refiriéndose al sentido de comunidad y el deseo de contribuir al bienestar de los demás. Sería la segunda gran necesidad o motivación que todo ser humano debe cubrir, igual de importante que la anterior: el sentir que soy importante y que puedo contribuir al grupo. 

La pertenencia sin contribución crea un sentido de “derecho” y el sentido de pertenencia sin interés social, convierte a nuestros menores en egocéntricos y exigentes. Invitarlos a ayudar no solo ayuda a construir su sentido de contribución y confianza, sino que también mejora la cooperación, la empatía, el sentimiento de que son importantes y la resiliencia.

  • Enfoque en la enseñanza a largo plazo

La Disciplina positiva intenta evitar las luchas de poder en los retos de la vida cotidiana y los enfrentamientos con nuestros hijos y alumnos. Plantea centrarse y ser eficaces a la hora de pensar cuidadosamente en los valores, habilidades y los atributos que el adulto desea que los niños aprendan mientras estén a su cuidado, el tipo de adulto en el que desea que se convierta y hacer todo lo posible para incorporar esas cualidades en su rutina y lecciones diarias. 

Las habilidades que se entrenan no se refieren al cambio de conducta actual, sino que busca un cambio duradero a medio y largo plazo.

 

  • Tomar tiempo para capacitarse

La disciplina enseña y ayuda a los niños y adolescentes a desarrollar un locus de control interno, es decir, a valorar la influencia que tienen en sus propios éxitos y fracaso, a sentir que ellos tienen poder sobre lo que les sucede. Por tanto, genera la capacidad de hacer lo correcto, independientemente de si alguien está presente para ofrecer un castigo o recompensa. 

El castigo y las recompensas conducen a un locus de control externo, o sea, fomenta comportamientos que dependen de la reacción de una autoridad externa. 

El control y el poder no lo ejerce el adulto sobre el niño, sino que se reparte para que el niño adquiera las habilidades necesarias para ejercer control sobre su propia conducta. El rol del adulto no sería de controlador, sino de guía y apoyo.

 

  • Respeto mutuo y dignidad

Las personas, independientemente de su edad o posición en la vida, tienen el mismo derecho al respeto y a la dignidad. Los modelos más tradicionales destacan el respeto al adulto pero, en ocasiones, son muy poco respetuosas con el niño o niña. 

La confianza o la cooperación nunca se adquieren castigando, avergonzando o humillando a nuestros menores, sino a través del mensaje del amor incondicional hacia ellos, dando tiempo, explicando y permitiendo sacar sus propias conclusiones. 

La enseñanza respetuosa contribuye a una fuerte conexión que sienta las bases para la solución de problemas, la cooperación y el crecimiento genuino.

  • Amabilidad y firmeza al mismo tiempo

El enfoque más efectivo para la crianza y acompañamiento de nuestros hijos es el que equilibra el respeto y la conexión (amabilidad), con firmeza (límites razonables y seguimiento). 

Los límites son necesarios para garantizar su seguridad y para que descubran el mundo con ayuda. Pero para que se cumplan, no es necesario ejercer la fuerza, obligar o castigar. 

Encontrar el equilibrio entre la amabilidad y la firmeza permitirá a los adultos responsables de la educación de los menores y jóvenes, enseñar habilidades apropiadas y disfrutar mucho más el tiempo que pasan juntos.

  • Enfocarse en soluciones

La disciplina efectiva implica más que consecuencias, que a menudo son castigos disfrazados y para el menor es percibido como tal. 

Los niños y adolescentes tienen una enorme energía creativa y una gran cantidad de ingenio cuando se les ofrece la oportunidad de participar en la búsqueda de soluciones y pueden descubrir su propia capacidad y competencia cuando se les invita a resolver problemas de manera efectiva.

  • Preguntas de curiosidad

Se apuesta por la efectividad de la pregunta antes que dar o imponer ordenes e instrucciones. Ordenar invita a la resistencia o a la sumisión. Hacer preguntas que comienzan con “qué” y “cómo” invitan al pensamiento crítico, al aprendizaje y a una mayor cooperación. 

La motivación es mucho más alta cuando el niño sigue adelante con una solución que ha ayudado a descubrir.

  • Ofrecer aliento en lugar de elogiar

 Los elogios pueden ser desalentadores para el receptor a largo plazo. Generalmente se elogia a un niño cuando ha cumplido las expectativas de un adulto, por lo que es arbitrario y genera dependencia a la aprobación, entre otras cosas. 

El aliento, por el contrario, promueve el progreso, crea una conexión e inspira a aprender, a intentar y a tomar riesgos, a ser resiliente. Desde la Disciplina positiva se concibe al aliento como el lenguaje del cariño y puede crear un clima emocional positivo en casa.

  • No hacer por un niño/adolescente lo que él pueda hacer por sí mismo

Los adultos a menudo estamos tentados a hacer cosas por nuestros menores en nombre de la conveniencia y la eficiencia, pero es importante ofrecer a los niños y adolescentes oportunidades para practicar nuevas habilidades y aprender de sus errores

Es especialmente en entornos grupales, al tomar decisiones basadas en la convivencia o seguridad, cuando ellos pueden contribuir de manera muy significativa. Esto está estrechamente relacionado con el concepto de contribución al bien común (altruismo), indicado anteriormente.

  • Crear rutinas

Sobre todo, en edades más tempranas, las rutinas hacen que el niño conecte consigo mismo a través de la coherencia y la repetición. 

Crear rutinas estables para los momentos más importantes del día, facilita el aprendizaje y los procesos, ya que les permite anticipar, conocer lo que se espera de ellos y ahorrar mucho tiempo en decidir las tareas cotidianas.

  • Practicar la escucha activa y reflexiva

Centrar la atención en el otro e incorporar el lenguaje de las emociones y validarlas en el día a día, facilita el conocimiento, la expresión y la gestión emocional.

 

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